domingo, 30 de mayo de 2010

Retomamos

Por fin el funeral por mi madre Carmenchu que suspendimos en la Parroquia de La Paloma se celebrará, D. m., el próximo lunes 14 de junio a las 19:45 horas.

viernes, 28 de mayo de 2010

28 de mayo

Tal día como hoy nació mi madre en 1926. No ha llegado a cumplir los 84 años.
Ha muerto con 83, un numero primo, de los que gustan a los matemáticos.
Pero a mí me gusta más el ocho tumbado: un símbolo que en tan poco encierra un concepto que estoy seguro que para mi madre ha dejado de ser concepto, para ensancharse en la presencia de Dios, para hacerse con Él infinita. Ya no es concepto. Ya es ella. Es infinita.
Porque ha sido infinita su paciencia.
Porque ha sido infinita su generosidad.
Porque ha sido infinito su amor.
Porque ella es ahora infinita. Sin límite.

El pasado 26 de mayo el obispo de Getafe ofició un funeral por el eterno descanso de Carmenchu.
La parroquia de San Sebastián estaba a rebosar de feligreses de mi hermano Antonio, actuales y antiguos, estábamos el resto de los hermanos, con muchos de nuestros hijos, y muchos amigos.
En la monición ambiental, al pasar revista someramente a su vida, me salió decir que lo más característico de ella es que siempre se había fiado de Dios, al tener nueve hijos, cuando abría su casa a tantos que lo necesitaban, cuando junto con mi padre tanto han evangelizado y predicado y cuando jubilados se fueron de misión a Perú; y también me referí a los principales hitos de sus sufrimientos; se cayó y se rompió el tobillo derecho y ya no podía subir bien las escaleras del quinto piso en que vivíamos en Alcobendas; volvió de Perú con el linfoma y la quimioterapia le arrancaba la vida (¡cuánto me acuerdo de ti, Elena!); aceptó luego su viudedad (todos los días cuando rezaba Laudes sola, se le escapaban, me confesaba, algunas lagrimicas); después su caída de hace dos años, que le pulverizó el hombro izquierdo y le pusieron una prótesis con la que tuvo que aprender de nuevo a manejarse con las dos manos y a manejar como dicen los americanos y lo hizo (su médico cuando levantó el brazo hasta por encima de la cabeza ayudado por el otro brazo, se emocionó, le dio las gracias, se levantó y la abrazó, dejándola sorprendida y azorada porque decía que era al revés, que era ella la agradecida); y por último su última caída y su muerte; pues al hablar de todo esto me emocioné y ya no pude seguir articulando vocablo alguno, solo pude balbucear entrecortadamente que en todos estos acontecimientos siempre se había fiado de Dios, nunca maldijo, sino que siguió bendiciendo hasta el final y todos nosotros éramos su fruto.

¡Qué bonita vida he tenido!, nos dijo.
¡Qué bonita vida has tenido!, te digo.

Felicidades, mamá.

jueves, 20 de mayo de 2010

Suspensión del funeral de La Paloma

 José Miguel y Gloria han sido un matrimonio que han estado siempre muy cerca de mis padres y viceversa.
Gloria y Carmenchu han sido muy amigas, siempre han estado próximas, aun cuando existiera un océano de separación entre ellas.
José Miguel y Gloria son los padrinos de mi hermano Miguel.
Ayer entregó su vida al Padre José Miguel, después de una larga enfermedad, al poco de haber celebrado él y Gloria sus bodas de oro.
Su cuerpo está siendo velado en el salón parroquial de La Paloma.
A las nueve de la noche es la misa exequial.
Dadas las especialísimas circunstancias que concurren, la amistad que nos une, el dolor compartido por quienes han sido y son amigos del alma, como lo son mis padres y José Miguel y Gloria, de común acuerdo mi hermano Antonio y yo hemos decidido posponer el funeral de mi madre Carmenchu en La Paloma.

Nosotros nos incorporaremos a la celebración por José Miguel y en esa celebración también rezaremos intensamente por el alma de mi madre, para que quienes en esta vida mortal fueron entrañables amigos, en la vida eterna se fundan en la mayor plenitud de santidad y desde el cielo sigan intercediendo por nosotros, sus hijos y por todo el mundo que han contribuido a evangelizar.

Os ruego me perdonéis el cambio de planes, sobre todo si alguno no llega a enterarse a tiempo.
Yo estaré a las 8 en La Paloma.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Funeral en El Tránsito

El pasado 18 de mayo ceebramos un funeral por Carmenchu en la parroquia de El Tránsito.
Fue una celebración tranquila.
Recordó Luis Rivas en su monición ambiental cuál es el núcleo de nuestra Fe. Jesús NO ESTÁ AQUÍ, HA RESUCITADO. Lo dijo con fuerza. Y porque ha resucitado ha introducido carne como la nuestra en la esencia de Dios y nos abre un camino para que nosotros, no una parte o una esencia de nosotros, nosotros estamos llamados a incorporarnos a ser Dios mismo.

Fue una celebración hermosa.

Este es el comentario de Carlos Koala Soler, mi hermano (primo), especializado en sacarme lagrimones como naranjas, que es la mejor reseña de la celebración.
Así que con tu permiso, que en esto nos encontramos todos y tú has sabido darle expresión insuperable.

Cuando mi hermano (primo) Antonio, en su homilía hablaba de los que se decían que el final de Carmenchu había sido muy injusto, yo sentía que me dirigía a mí de manera personal sus palabras, que sus ojos me escrutaban pese a estar sentado en los últimos bancos de la iglesia. Ya sé que es pretencioso por mi parte que, de todas las personas ahí reunidas, yo pensara que me hubiera escogido a mí como objeto de su homilía, pero la verdad es que me sentí así. La verdad es que seguro que se lo estaba dirigiendo a tantos otros que, como a mí y por culpa de nuestra poca fe, nos cuesta aceptarlo. Se que Antonio tiene razón, que solo desde la fe se puede entender, pero claro, eso es precisamente lo que me falta a mí, Fe.

Cuando alguien fallece, siempre se dice lo de que Descanse en Paz. Yo sé que mi querida tía Carmenchu NO lo va a hacer. No me refiero a la parte de la Paz, que estoy seguro que lo ha encontrado ya, como también era capaz de encontrarla en vida también. Yo me refiero a la parte de Descansar. Repito, ella no lo va a hacer, pues se que va a invertir todos sus celestiales esfuerzos, con esa incansabilidad tan característica suya, en que esa Paz la encontremos los demás.

Así que ahora, desde mi mortalidad, solo puedo pedirla que me ayude a tener la Fe que ella tenía, que me ayude a encontrar esa Paz que se me deniega, que me deniego yo, por mi falta de Fe. Gracias Tía por ayudarme. Sigue igual de incansable en tu tarea, pues en algún momento mi tozudo, terco, obstinado, obcecado, pertinaz, testarudo, cabezón, empecinado, emperrado y porfiado empeño en no dejar que me inunde esa Fe vitalizadora y salvadora, finalmente se derrumbará y podré conocer la Paz como la conoces tú, pues lo aprendiste por anticipado y ahora lo vives eternamente junto a tu amor Josemari. Carmenchu, por favor, no descanses, aunque sé que lo harás en Paz

martes, 11 de mayo de 2010

Funerales

En los próximos días vamos a celebrar diversos funerales por el eterno descanso del alma de mi madre Carmenchu.
Serán los siguientes:
En su parroquia, Nª Sª del Tránsito se celebrará un funeral, D.m., el próximo martes 18 de mayo a las 8:30 horas de la tarde.
La dirección es Carretera de Canillas, 40 (Madrid).


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El día 20 de mayo, jueves, a las 8:00 de la tarde se celebrará otro funeral en la Parroquia de la Virgen de la Paloma y San Pedro el Real, en la plaza de la Virgen de la Paloma 19, Madrid, aunque también tiene entrada por la C/ Toledo 98, junto a la Puerta de Toledo.


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El 24 de mayo, a las 9:00 de la noche celebraremos otro funeral en la Parroquia de San Pedro de Alcobendas.


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También celebraremos otro funeral en la parroquia de mi hermano Antonio, la de San Sebastian de Getafe, Plaza de San Sebastian, 1, 28902 Getafe, (en el cruce de las calles Juan de la Cierva y Avda. de Madrid) el miercoles 26 de mayo a las 20.00 horas.


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Los funerales oficiales, por así decirlo, en donde procuraremos estar todos los hermanos, serán los celebrados el 18 de mayo en la Parroquia de Nuestra Señora del Tránsito y el del día 26 en la Parroquia de San Sebastián de Getafe.

Muchas gracias a todos.

lunes, 10 de mayo de 2010

Id y contadlo

Son las 2:30 horas de la mañana en la madrugada del Lunes. No puedo dormir a pesar del cansancio de tanta emoción vivida. Ya estoy en casa, en Yecla y por ahora se han terminado los viajes a la M607, entrada de Valdelatas y hospital de la Paz, extensión de Canto Blanco. Dirección que no voy a olvidar en mi vida. Mi coche registra cuatro mil kilómetros más sólo en este mes y os prometo que Yecla no es grande.
La última entrada, se titula: "¿Todo ha concluido?" Y leyendo la crónica de todo lo que hemos vivido el pasado Viernes y Sábado, dentro de mí ha saltado como un resorte para escribir estas líneas. Cuando concluyó el entierro de papá, Chema dijo: "Habéis visto cómo muere un cristiano, id y contadlo". El Sábado, en el entierro de mamá, terminó exactamente igual, aunque más emocionado. Lo más grande del cristiano es que, efectivamente, no todo concluye con la muerte y esto es lo que me está resonando constantemente en mi corazón en estos últimos días. No me cabe la menor duda que la HERENCIA que mis padres han depositado en todos sus hijos, es la FE. Esta fe es la que nos lanza con fuerza a contar la maravilla del tránsito de este mundo al cielo y ciertamente no es lo mismo morir así, que morir sin ninguna trascendencia. Yo estoy contento porque mis padres han recibido el fruto final de la siembra de toda su vida, que es la fe de sus hijos y lo que le pido a Dios con todas mis fuerzas es que mis hijos y los hijos de mis hermanos, aprendan (porque nosotros se lo hemos enseñado, como hicieron papá y mamá con nosotros), vivan y guarden para toda su vida lo que significa verdaderamente, experimentalmente, la muerte de un cristiano y así lo puedan anunciar. Por lo que efectivamente no es un punto final, es un punto y seguido en sus hijos, nietos y biznietos. GRACIAS PADRES EN LA CARNE Y EN LA FE.

domingo, 9 de mayo de 2010

¿Todo ha concluido?

Cada uno es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios...
Bueno, pues me retracto y voy a volver a escribir. Voy a contaros las exequias de mi madre, porque el Señor se hizo presente, apareció en medio de nuestra asamblea y de nuestra familia, nos unió, nos consoló íntimamente y celebramos no la muerte de mi madre, sino su victoria sobre la muerte.
A las 11 de la mañana del viernes 7 de mayo contratamos los servicios funerarios: elegimos un ataúd con cristal para que pudiéramos velarla tranquilamente y Pascual, párroco de la parroquia de Nuestra Señora del Tránsito de Madrid acogió a su feligresa en el salón rojo, que está presidido por un mural del Tránsito de la Virgen.
Después de preparar el cadáver de mi madre con la túnica que recibió cuando renovó el Bautismo, que representa la nueva creación, llegó al Tránsito y fue instalada la capilla ardiente. Eso ocurrió sobre las 3 de la tarde.
A partir de este momento, acudieron muchísimas personas a acompañarnos y acompañarla, que agradecemos vivísimamente.
Algunas personas, que no podían estar con nosotros, estuvieron muy presentes: en primer lugar, nuestra querida tía Carminín, hermana de mi padre José Mari, que desde Denver estaba viviendo estos momentos con nosotros, con la mayor congoja que da la lejanía por muy cerca que te sintiéramos; Silvia, en Perú, que no encontró billete para venir, pero que sabes que tienes aquí en España hermanos, que para eso te prohijaron mis padres (que sepas que Carmenchu te nombró muchas veces); su ahijada Sor Maria Paula de San Pablo, que desde el convento cisterciense de Maria Hjerte, en Dinamarca, me ha mandado una carta que no tuve ocasión de leérsela, pero que seguro que ella sí la ha leído desde el cielo; mi hermano el P. Ángel Iglesias, que ha tratado de comunicarse conmigo varias veces desde Tanzania; la décima, Minuca, que te escapaste de tu ciclo y llegaste a despedirla desde tu hospital cuando ya lo habías hecho desde el suyo, y otra décima, Laura, desde Porto San Giorgio, que sé que has estado siguiendo la evolución de mi madre y que también es un poco tuya y tantos de vosotros desde todos los puntos cardinales, de todos los rincones del mundo, que me siento ensanchado, universalmente ensanchado, como decía Rabindranath Tagore: "Me voy a todas partes".

Rezamos Vísperas por la tarde, presididas por mi hermano Antonio. Fue impactante la Salve que cantó Luis Ángel, con voz quebrada, pero con una fuerza que penetraba en lo hondo y traspasaba el alma .
Por fin, a las 20:30 h, nuestras amplias familias, nuestros amigos y compañeros, nuestros hermanos de comunidad, los miembros de comunidades a quienes mis padres evangelizaron por España y por el Mundo, constituimos una enorme  asamblea, que no cabía en la Iglesia, presidida por el obispo auxiliar de Getafe, D. Rafael Zornoza, con quien concelebraron en primer lugar mi hermano Antonio y numerosos presbíteros.
La celebración fue un gran consuelo para todos nosotros.
Al principio, mientras Ana Chéliz cantaba "Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí", ingresó en la iglesia el féretro descubierto, a hombros de mis hermanos, que fue un momento de intensa emoción.
Habíamos elegido tres lecturas para la proclamación de la Palabra: la primera fue de los Hechos de los Apóstoles, que era el kerigma que había testimoniado Pedro con ocasión de la curación de un paralítico, como mi madre, que ya curada de sus sufrimientos, puede proclamar con toda la Iglesia que Cristo está resucitado y es Señor de vivos y muertos. La segunda lectura es el fragmento de la carta de San Pablo a Tito en el que confiesa que ha combatido su combate, ha alcanzado la meta, ha mantenido la fe. Y el evangelio proclamado fue un fragmento de San Juan en el que Jesús explica que no hay mayor amor que dar la vida.
La homilia de mi hermano Antonio empezó diciéndonos que estaba contento, que era el único funeral en el que podía decir que estaba contento y no tenía que salir corriendo, porque era el de su madre. Y explicó la razón de su contento: que mi madre, por fin, ha vencido, está resucitada y nosotros profundamente consolados primero por cómo aceptó nuestra madre su muerte y segundo con qué ternura y con qué paz nos despidió a cada uno. No sólo es que ya haya dejado de sufrir, que lo hizo y mucho; es que nos ha dejado un enorme consuelo su aceptación de este misterio que es la Vida y ha entrado en ella con los dos pies, caminando por las alturas.
Al concluir la celebración, fueron los nietos mayores quienes cargaron con mi madre y la devolvieron, en medio de una cálida y prolongada ovación, devolvieron su cuerpo inerte al salón en donde estaba la capilla ardiente.

Estuvimos acompañándolo durante toda la noche. En cada turno de vela siempre estábamos alguno de  nosotros. Yo estuve desde las 2 a las 4:30 de la madrugada. Fue un rato íntimo, cercano, compartiéndolo con algunos hermanos. Rezamos el oficio de lectura. Y estuve contemplando largamente dos cosas: que los despojos que allí yacían habían sido la matriz en donde yo fui concebido y de donde yo había recibido la vida; y que el espíritu que aleteaba era el que me había rescatado de tantas muertes y me ensanchaba a la  Vida.
Agradezco y agradecí la cercanía y el cariño que nos brindaron las personas que nos acompañaron. Quiero nombrar especialmente a Román y Justa, que estuvieron allí, callados, en silencio, y que me consolaron tanto que su recuerdo me produce de nuevo un llanto agradecido.

Hay mil detalles, mil sensaciones, emotividad a raudales... A mí me impactó que mi hermano Javier pidiera una guitarra y entonara "Amo al Señor porque escucha mi voz suplicante", que se la cantara al oído, como postrer y delicado regalo; me impactó percibir el sentimiento de orfandad de todos nosotros, en especial el silencioso gemido de mi hermana Ana Mari, que revivía en la carne de su madre y la mía, también la agonía de su marido Mariano, porque cuando nos despedíamos de ella, cumplíamos el decimoséptimo aniversario de su muerte; las lágrimas y sollozos de todos los hermanos...
Me impactó también la corona de coronas de flores que envolvió el féretro de mi madre, que os agradezco profundamente. Para mí fue especial la que le enviaron mis compañeros de Instituto, la Comunidad Educativa del IES Jimena Menéndez Pidal, porque me sentí comunidad educativa.
Es interminable...

A la mañana siguiente, a las 11 de la mañana, presididos por José María Navalpotro rezamos Laudes.
De nuevo la cercanía, el cariño y el arropamiento que sentimos de parte de la Iglesia, que despedía a una de sus hijas con un amor y una dulzura que traspasa el alma... Dijo que había hecho una homilía desastrosa... No es cierto. Nos edificó. Además, sus lágrimas, las que yo no vi porque estaba peleando con las mías, fueron de lo más elocuente.

¡Qué rápido se pasa el tiempo, cuando no quieres que vuele! ¡Y cómo se enquista, se solidifica y se hacen largas las horas cuando deseas que vuele!
A las dos de la tarde, se inició la comitiva hacia el cementerio de Santa Ana, en Colmenar Viejo. Un enorme gentío estaba esperándonos. Llegamos a las tres menos veinte y se formó desde la puerta del Cementerio una comitiva. Abría esta comitiva la Cruz; detrás nuestros hijos e hijas llevaron las flores; tras ellos cargamos a hombros el féretro de Carmenchu, y detrás Antonio revestido con nuestras hermanas y el resto de los nietos, su hermana Ana Mari, mis tíos y primos y demás familia y nuestros amigos y compañeros.
Ante la fosa abierta cantamos el Credo. Con inusitada fuerza resonó "Resucitó de entre los muertos" y también "Creo en la Resurrección de la Carne y en la Vida Eterna".
La misma mano que abrió el ramo de Paloma de donde se extrajeron las dos rosas blancas para que llegaran volando a mi madre en el hospital, ahora, de esa mano, también recibimos cada hijo una rosa roja que te lanzamos y que proclaman que te queremos.

Y por la noche, ya enterrada nuestra madre, nos reunimos todos los hermanos en casa de Javier y brindamos por ella con la bebida que más le gustaba, una copa de champagne: ¡LeHaim! (que es un brindis hebreo, ¡Por la Vida!).

sábado, 8 de mayo de 2010

Llueve. En tierra

Alguien alguna vez me comentó que lo que sentía por su familiar querido, enterrado, es que se mojaba cuando llovía. El cuerpo de Carmenchu está en tierra junto al de su marido y el de su yerno Mariano, y ahora está lloviendo en Colmenar. Pero Carmenchu ya no se moja. Está viva, eternamente viva en nuestros corazones y en los de tantos hermanos que, de repente, me han aparecido. Vivir eternamente. Como José Mari. Y como Mariano. Y seguro que como muchos otros Santos que yo no conozco. Pero mi Madre y mi Padre y mi hermano Mariano vivirán siempre en mi corazón. Gracias doy por haber tenido semejante ascendencia. Espero que "de algo me valga" (si queréis podéis leer: que "intercedan por mí"), su hijo Javier Ignacio.

viernes, 7 de mayo de 2010

Muerte y Vida

Acaba de llegar el cadáver de Carmenchu a la Parroquia del Tránsito (Carretera de Canillas, 40. Madrid).
A las 20:30 horas (8 y media de la tarde) celebraremos una Eucaristía sobre todo de acción de gracias al Señor por nuestra madre y de intensa oración por ella y por quienes quedamos en esta parte de la orilla.
Sabed que será una celebración tranquila, calmada, que nos ofrecerá un enorme consuelo y quizá para alguno pueda parecer larga.

Durante esta tarde y por la noche permaneceremos velándola en un ambiente de oración.
Mañana tenemos previsto celebrar Laudes a las 11 delante de su féretro.
A las dos de la tarde será la conducción del cuerpo de mi madre al Cementerio Santa Ana de Colmenar Viejo (junto al polígono industrial, al sur de la ciudad), en donde recibirá sepultura al lado de su marido, José Mari, y de su yerno Mariano.
Descansa ya en paz.

A mamá le gustaba mucho la playa. ¡¡¡Y el sol y el mar le sentaban tan bien!!!

Epitafio

Con tu José Mari al frente
todos los santos te esperan
y los ángeles rodean
tu semblante eternamente.

Feliz tú que ya llegaste
a la meta prometida
y a la patria conseguida
por Jesús, a quien amaste.

Ruega al Señor por nosotros,
Carmenchu, los que quedamos,
vuestros hijos, que esperamos
a reunirnos con vosotros.




7 de mayo

Hoy 7 de mayo, a las 7:00 de la mañana, acaba de fallecer Carmenchu.

jueves, 6 de mayo de 2010

Mamá, una Gran Mujer

Recuerdo que, cuando nos hicieron una entrevista en el desaparecido periódico "YA", con motivo de nuestra partida a Pérú, que la mujer que nos entrevistó se quedó, sobre todo, impresionada por la templanza, serenidad y grandeza de las mujeres que estaba entrevistando (Rosario, Elvira y Carmenchu). Estoy escribiendo estas líneas a los pies de la cama donde ya esta agonizando mamá y lo que quiero expresar (si las lágrimas me dejan) es la sensación que estamos dando un hasta luego a una gran mujer, esposa y madre. "Jabata" como pocas, fuerte, alegre y sobre todo cariñosa como ninguna, que seguramente unos cuántos seguidores de este blog (que tan bien gestionado ha sido por mis hermanos mayores y cuñados) han tenido oportunidad de experimentar. "Tengo roto el corazón, me duele físicamente", fueron las primeras palabras que dijo mi hermana Ana cuando regresó del cementerio de enterrar a Mariano y es la misma sensación que tenemos ahora todos los hermanos alrededor del lecho de mamá. Para terminar y no ser muy extenso, quiero hacer público una característica de mamá que no olvidaré jamás: Siempre que rezábamos Laudes en casa, después de la extensa pero enriquecidora catequesis de papá y al hacer las oraciones y darnos la Paz, mamá estaba llorando de emoción y alegría, hoy ha sido al revés todos estábamos llorando emicionados, cuando hemos rezado todos a su alrededor el Credo, el Padrenuestro y el Ave María y ella tenía la cara de paz y alegría. Como ha escrito mi hermano Chema, gracias Dios mío, por los padres que me has concedido, por la fe y por todo lo que he podido vivir a través de ellos. HASTA PRONTO, MAMÁ......

6 de mayo

Hoy sí celebramos una onomástica, de gran calado, de gran significado.
Hace 17 años, un 6 de mayo, murió Mariano, el marido de Ana Mari.
Onomástica es la conmemoración de un nombre. Y el nombre es la persona, es el que la individualiza.
Hoy mi madre está naciendo para una nueva vida, con el mismo nombre, con la misma individualidad.
No voy a guardarme sus últimos momentos.
Será lo último que escriba.
Ayer estuvo muy agitada, casi enfadada, queriéndose quitar la máscara.
Le administraron cloruro mórfico y a pesar de ello, no logró tranquilizarse.
Ya el lunes pasado me había expresado con claridad su deseo de que la dejáramos morir en paz, que en nada temía a la muerte y que era consciente de que había llegado su hora.
Ha ido paulatinamente empeorando y se ha ido acrecentando su estado de agitación por efecto de las múltiples alteraciones metabólicas que tiene, por efecto de la herida y del dolor que ha ido creciendo y ya no frenaba la mayor cantidad de analgesia.
Ayer miércoles, porque no pudimos reunirnos todos antes, los hijos de Carmenchu estuvimos de acuerdo en que ya nada se podía hacer por ella, más que acompañarla en sus últimos momentos, en su último combate.
Esta noche ha estado menos agitada.
Pero cuando se ha visto despierta en su cama, ha vuelto la agitación.
Los médicos le han planteado que ya nada más podían hacer por ella y que si quería le darían la analgesia suficiente para evitarle los dolores, que se dormiría hasta que entregara su vida al Padre.
Ella con total conciencia ha aceptado esta solución terapéutica.
Y ha pedido que vinieran sus hijos, que quería despedirse de ellos.
Hemos sido convocados. Y hemos venido todos.
Tiene la entereza suficiente para ver quién falta y pedir que no la duerman hasta que de todos se despida.
Corre, Chus, llega rápido, que Yecla está a la vuelta de la esquina.
Hemos avisado a su hermana que ha estado con nostros tantos días.
Y a sus cuñados.
A las 12 de la mañana, a la hora del Ángelus, mi hermano Antonio ha empezado una celebración. Le ha dado la Unción de los Enfermos y ha comulgado, con conciencia, con entereza, entregando su vida a quien se la dio, habiendo apurado hasta el final el cáliz.
Luego, uno a uno nos hemos ido despidiendo de ella.
A todos nos ha bendecido. Poniendo su mano en nuestra frente, uno a uno, y haciéndonos la señal de la cruz.
Ahora esperamos que llegue Chus para completarnos. Y a continuación se dormirá hasta la Vida Eterna. En donde la esperan. En donde nos espera.
Adiós.

miércoles, 5 de mayo de 2010

5 de mayo

Hoy no celebramos ninguna onomástica ni ningún evento en especial. Es un día cualquiera.
Quiero proteger la agonía de mi madre, después de haber vivido en comunidad su enfermedad, en el silencio y en la soledad de quien está ultimando su postrera batalla con la muerte, que siempre gana.
Me siento orgulloso de ser hijo de mi madre.
Me siento orgulloso de haber recibido de su boca su voluntad.

Nosotros, sus hijos, hemos decidido solicitar de los médicos que hagan cuanto esté en su mano para darle la mayor confortabilidad posible en estos momentos en que ya no tenemos ninguna esperanza de curación.
No sin quebrarnos.
Estamos despidiéndonos de ella.

Hoy la está velando Carmen Montes, mi mujer, que como sabréis es médica y nos ayuda a ajustar con sus colegas el mejor tratamiento en estos sus últimos momentos de vida.
El fallecimiento de mi madre no tiene por qué ser inminente, pero puede producirse en cualquier momento.
Rezo cada minuto porque sea corta la hora.
Está sufriendo mucho.
Está muy agitada y con movimientos espasmódicos, queriendo quitarse la mascarilla.
Con un nivel bajo de conciencia
Pero nos conoce.
Y cuando el médico ha ido a verla esta noche y le ha preguntado que qué tal estaba, con la mano ha hecho un gesto de negación, claro como el sol de la mañana.
Os agradezco desde estas líneas vuestro interés y vuestro ánimo y vuestras oraciones..
Habéis sido de gran ayuda.
Y ahora, más que nunca, pedid al Señor por Carmenchu, para que, apurado su calvario, se encuentre feliz con Cristo resucitado, su Señor, en quien ha puesto su confianza.

Una hora corta

Esta tarde nos vamos a reunir todos los hijos de Carmenchu, en la capilla del hospital.
A las 19:15 horas.
No hay orden del día.
Solo reafirmar nuestro compromiso con la vida, celebrar la riqueza de dones que nos ha dado la vida, en la forma de unos padres que además de dárnosla, nos la han acompañado y defendido hasta la madurez y casi en el caso de alguno de nosotros hasta la vejez.
Tenemos un fuerte sentimiento de orfandad.
Esperamos el milagro de la vida, que cuando la semilla de la mostaza cae y muere, da mucho fruto, tanto que  se hace un gran árbol, tanto que anidan las aves del campo y a su sombra encuentran cobijo hombres y animales.
Así es mi madre. Una encina sostenida, en la mitad de la dehesa, con copa extendida, con alegre canto de ruiseñores en sus ramas.
Ayudadnos con vuestras oraciones. Vamos a decir que ante Carmenchu se abre una senda de gloria, después del calvario de sufrimiento en que está sumida sobre todo en estas últimas jornadas.
Ayudadla con vuestras oraciones a combatir el último combate, ella que está llegando, exhausta, a la meta.
Porque hasta ahora ha combatido bien su combate. Ha permanecido en la fe.
Que sea una hora corta.
Porque hasta aquí la jornada ha sido muy larga. Y el jornalero merece su descanso. Y su paga.

En su estado de salud no encontramos ningún signo de mejoría.
Aunque con la ayuda de la máquina satura y con la ayuda de la digitalina tiene 70 pulsaciones por minuto y con la ayuda de los antibióticos no se muere de la infección y con la ayuda de los diuréticos orina.
Nada come.
La analgesia no es suficiente. Ni el nolotil, ni el paracetamol, ni siquiera el cloruro mórfico le hacen relajarse.
Está en un estado de agitación permanente.
Y consciente.
Tanto que nos ha dicho qué es lo quiere.
Es una gran mujer.
Sin pasión de hijos.

martes, 4 de mayo de 2010

Hoy hemos adelantado poco

Estos últimos días vemos que la salud de Carmenchu va paulatinamente deteriorándose.
Algunos datos son muy significativos.
Necesita cada vez más analgesia. Han tenido que empezar a suminstrarle cloruro mórfico. Las heridas están mal. Los médicos no han podido retirarle el CPAP, pues se desatura rapidísimamente (esto quiere decir, que no le llega oxígeno a los pulmones cuando no le insufla el aparato). Se ha negado a comer nada. Y los datos médicos nos señalan una situación que ellos nos dicen que es irresoluble. Se mantiene el tratamiento antibiótico y ya va por su 10º día sin que remita significamente la infección de sus heridas, pues ya os he comentado que la posible solución quirúrgica dadas las las condiciones de Carmenchu es impracticable.
Nos enfrentamos, pues, a un continuo deterioro de mi madre. Y probablemente rápido.
Pero os digo una cosa: su fuerte ánimo, aun en la extrema debilidad, el dominio de su universo, que ahora se circunscribe al espacio en que yace, pero a sus límites no llegan ni el noto, ni el ábrego, ni  el cierzo, ni el levante, ni siquiera los huracanes, quiza sí la leve brisa de la presencia del Espíritu, la que le hace esconderse, como Moisés, en la grieta de la montaña, mientras pasa;  la gestión que ha hecho de su enfermedad, sus prioridades, su aceptación del acontecimiento (la caída, el accidente) y sus consecuencias (su parálisis), su valentía y sus ganas de vivir, perduran y perdurarán más allá de nosotros y de estas líneas.
Como en alguna ocasión anterior he escrito, nos sigue dando lecciones de humanidad, de maternidad.
No nos deja ni dinero ni joyas ni posesiones materiales. Su muerte no nos hará ricos de dineros. Nos hace ricos en humanidad. Y nos lega su fe, sujeta y arraigada, encarnada en su existencia. Nos lega su vida.
Nos lega lo valioso.

lunes, 3 de mayo de 2010

Una cucharada de compota

Con un poco de azúcar esta píldora que os dan...
Dos cucharadas peleadas de compota entre varios noes rotundos y un sois muy mandones, un trabajo hercúleo eso de tragar una cucharada, una cerrazón del espacio que alimenta la vida y un esperar...

Con un poco de azúcar...

¿Con qué glucógeno hace mi madre sus mitosis para seguir estando viva?
¿De dónde saca su fortaleza?
¿En qué para su energía?

Solo ha tomado dos cucharadas de compota.

Y

Está cantando.
La acompaño en su canto.

Está muy cansada y no hay ningún signo de mejoría.
Está muy cansada.

Telegráficamente

Esta noche Carmenchu ha dormido, prácticamente, de un tirón.
¡Por fin!
Recordad: "Si duerme, se curará".

Me voy a trabajar.

domingo, 2 de mayo de 2010

El día de la madre

Hoy 2 de mayo, domingo, el primer domingo de mayo, se han inventado una celebración. El día de la madre.
Cuando yo era niño, y la sociedad no estaba tan secularizada, la fiesta de la madre era el 8 de diciembre, la Inmaculada Concepción.
Ahora lo celebramos en mayo.
Aunque la maternidad está siendo cosificada, legislada, dificultada, incomprendida...
Pero todos tenemos madre.
Es más bonito.
Es un gran negocio.
Pero la profundidad del misterio, el regalo de la mujer enfrentada al dragón, con la luna bajo sus pies y por corona, doce estrellas, la imagen de la madre defendiendo al hijo que sale de sus entrañas y que va a ser devorado en cuanto nazca, no lo tiene ni por pálido reflejo ninguno de los más maravillosos objetos o las más maravillosas creaciones, por muy raros y apreciados que sean, que pretenda alguien venderte.
Porque hoy, en el día de la madre, veo a la mía asociada a la Virgen María, combatiendo con el dragón (no sabéis qué llamaradas de fuego echa por la boca y como duele la ponzoña del agujón de su cola), defendiendo a su hijo, defendiéndome de la tristeza, de la amargura, del sinsentido, en que estoy permanentemente tentado a caer, como siempre ha hecho.
O sea que sigo recibiendo de ella mucho más de lo que le doy.

Quiero hacerle un regalo y os necesito.
Quiero construirle un libro de fotos, de las fotos de su vida. Me lo ha mostrado mi sobrina Amparo. En un sitio que se llama Hofmann (no llevo ninguna comisión en ello).
Quiero recopilar fotos suyas que no conozcamos, que tengáis por ahí perdidas o hayáis sacado con ocasión de algún evento en el que estuvieran mis padres. Porque quiero tener material para hacerle algo inesperado y original (bueno, ya sé que es poco original lo de las fotos; lo original es que sean nuestras fotos). Escaneadlas y mandádmelas a la siguiente dirección de correo electrónico:
Trataré de colgarlas en Flickr para que también podáis difrutralas. Ya enviaré el link.

Por lo demás acabó la noche como la empezó, despierta.
Durante el día también ha estado despierta, y muy cansada.
A las tres de la mañana me pidió que le dijera a Antonio que le celebrara misa y la ha celebrado con ella a primera hora de la tarde con alguno de mis hermanos.
También me pidió que le cantara Eres hermoso. Nos reímos un rato, porque cantar, lo que se dice cantar, yo no canto, yo acompaño o produzco discanto. Y si me dejan solo ante una nota, doy las antípodas, pero seguro, como si fuera un graznido. Aunque me dicen que la voz no la tengo mala.
Bueno, pues con estos mimbres hemos hecho un cesto informe, un canto que más que canto era recitativo, acabado en un arpegio mal dado. Me ha mirado con cariño.
Ya sabes Juampe, lo que se te demanda. Un CD calentito para Carmenchu.
Nietos, conseguid cantos cantados por vosotros para la abuela. La alegrará. La tranquilizará. A lo mejor, la música y la oración acompasada consiguen hacerla dormir.

Hoy espero que pase mejor noche y que descanse algo. Que logre desconectar algo. Que pueda dormir algo.

De guardia

No hay ninguna noticia novedosa respecto de la evolución del estado de Carmenchu.
He relevado a Javier.
Ha pasado un día bastante aceptable, dentro de lo que es esto.
Lo más molesto ahora es que el velcro de la mascarilla se suelta con facilidad y el aire a presión sale de su prisión y hace lo que sabe, expandirse por la habitación, y hurtar expansión a sus pulmones.
De tanto en tanto se inquieta. Signo de que necesita analgesia.
La herida de la espalda sigue estando infectada y la escara del coxis tiene mala pinta.
Alterna el paracetamol y el nolotil intravenoso.
Hoy sábado ha tenido bastantes visitas.

Ha estado con Gloria, con quien tanto ha compartido, en estos momentos en que José Miguel está también tan  grave.
Ha venido también mi suegra Menchu y mi hijo David y estaban Chus y Maria José y sus hijos.
Antonio le ha dado la comunión.

La noche está siendo de concertino. Las cinchas del CPAP que sujetan la máscara a la cara siguen desgastadas y se descolocan con facilidad y le molesta el cuero cabelludo.
No ha logrado dormirse. Nada en lo que llevamos de noche. Y no tiene pinta de que se duerma.
Y se mueve, y el dedal que la sujeta al aparato de medición de la saturación se le cae a menudo y la maquinita chirria su alarma, alarmándola más que nada. La he desconectado de acuerdo con su enfermera.
¿Estoy mejor?, me pregunta.
Se escucha el ruido regular de la máquina que insufla el aire a presión en los pulmones de Carmenchu.
¿Tienes frío, reina mora?
No, pero échame otra manta.
Pero, ¿tienes frío?
Tengo frío en los pulmones.
Radiando desde el hospital
Una noche a las 4 de la mañana.

sábado, 1 de mayo de 2010

En mayo, floreciendo...

En mayo, floreciendo
la campiña, los huertos y los prados
y todos bendiciendo
a su Hacedor, prendados
de su belleza y dones derramados.

Mirad cuánta hermosura,
cuánta vida y color acumulado
mirad cuánta ternura
y amor nos ha mostrado
que siempre, siempre ha estado a nuestro lado.

El ánimo ya alcanza
la alegría y valor de su Victoria
y, llenos de esperanza,
se queda en la memoria
la certeza en la cumbre de su Gloria.

Carmenchu nació en mayo,
en mayo celebramos a María.
María ha sido el tallo
del que brota potente cada día
nuestra fuerza, consuelo y alegría.

(para Carmenchu).

Dos ángeles

Mi hermana Mayte estuvo con ella mientras celebrábamos la fiesta de Luis y Paloma.
Mi hermana Ana la sustituyó y le llevó el eco y el color de la celebración.


Ángel significa mensajero.

Este trío de mujeres son las co-protagonistas (recordáis, primeras en la lucha) de la noche.

Y estos son sus créditos.

Dos rosas blancas

Ayer hablé de las rosas juanramonianas.
En la celebración de las bodas de mis hermanos, en el momento del ofertorio de la misa, a nadie se nos escapó un detalle: un desfile interminable se acercó adonde estaban sentados sus padres y uno a uno entregaron a Paloma quince rosas rojas, sin par, iguales, con sus matices, con sus pétalos abiertos, reventados de color, que conformaron un ramo que Paloma dejó sobre su regazo.

Y dos rosas blancas.

Y tampoco a nadie se nos escapó cómo Paloma abrió su ramo y le dio a Ana Mari esas dos rosas para que se las llevara a Carmenchu.

Hubo ayer mucha emoción.
La celebración fue preciosa.
El ágape (en toda su polisemia), para imitar.
Me reencontré con mucha gente que hacía tiempo que no veía.

Pero al ramo de rosas le faltaban las blancas, que viajaban, aladas, hasta el lecho de Carmenchu, como un símbolo, un tributo de mis hermanos.
Si JRJ hubiera conocido lo que vale una rosa.
Gracias, Luis y Paloma, e Ignacio, Débora, Luis, José María, Paloma, David, Javier, Carlos, Marta, Jesús, Jacobo, Miguel, Pablo, Antonio y Carmen Elisa, por enseñarnos el valor de una rosa.