jueves, 6 de mayo de 2010

6 de mayo

Hoy sí celebramos una onomástica, de gran calado, de gran significado.
Hace 17 años, un 6 de mayo, murió Mariano, el marido de Ana Mari.
Onomástica es la conmemoración de un nombre. Y el nombre es la persona, es el que la individualiza.
Hoy mi madre está naciendo para una nueva vida, con el mismo nombre, con la misma individualidad.
No voy a guardarme sus últimos momentos.
Será lo último que escriba.
Ayer estuvo muy agitada, casi enfadada, queriéndose quitar la máscara.
Le administraron cloruro mórfico y a pesar de ello, no logró tranquilizarse.
Ya el lunes pasado me había expresado con claridad su deseo de que la dejáramos morir en paz, que en nada temía a la muerte y que era consciente de que había llegado su hora.
Ha ido paulatinamente empeorando y se ha ido acrecentando su estado de agitación por efecto de las múltiples alteraciones metabólicas que tiene, por efecto de la herida y del dolor que ha ido creciendo y ya no frenaba la mayor cantidad de analgesia.
Ayer miércoles, porque no pudimos reunirnos todos antes, los hijos de Carmenchu estuvimos de acuerdo en que ya nada se podía hacer por ella, más que acompañarla en sus últimos momentos, en su último combate.
Esta noche ha estado menos agitada.
Pero cuando se ha visto despierta en su cama, ha vuelto la agitación.
Los médicos le han planteado que ya nada más podían hacer por ella y que si quería le darían la analgesia suficiente para evitarle los dolores, que se dormiría hasta que entregara su vida al Padre.
Ella con total conciencia ha aceptado esta solución terapéutica.
Y ha pedido que vinieran sus hijos, que quería despedirse de ellos.
Hemos sido convocados. Y hemos venido todos.
Tiene la entereza suficiente para ver quién falta y pedir que no la duerman hasta que de todos se despida.
Corre, Chus, llega rápido, que Yecla está a la vuelta de la esquina.
Hemos avisado a su hermana que ha estado con nostros tantos días.
Y a sus cuñados.
A las 12 de la mañana, a la hora del Ángelus, mi hermano Antonio ha empezado una celebración. Le ha dado la Unción de los Enfermos y ha comulgado, con conciencia, con entereza, entregando su vida a quien se la dio, habiendo apurado hasta el final el cáliz.
Luego, uno a uno nos hemos ido despidiendo de ella.
A todos nos ha bendecido. Poniendo su mano en nuestra frente, uno a uno, y haciéndonos la señal de la cruz.
Ahora esperamos que llegue Chus para completarnos. Y a continuación se dormirá hasta la Vida Eterna. En donde la esperan. En donde nos espera.
Adiós.

2 comentarios:

  1. Ánimo, abuela. Estar con el Señor es con mucho lo mejor.

    Ya pronto vas a estar gozando de su Presencia, de la visión de su Rostro. Junto a tu José Mari. Acuérdate de los que aquí quedamos. Pídele al Señor que nos ayude en este momento doloroso, intercede por nosotros, ahora que lo vas a ver cara a cara.

    Te quiero mucho, abuela. Espero poder llegar al hospital con tiempo suficiente para decírtelo.

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  2. Cuanta ternura y amor nos diste Carmenchu ……
    Acuérdate de nosotros, tus hijos peruanos, cuando estés en el cielo.
    Siempre están y estarán en mis oraciones.

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