viernes, 2 de abril de 2010

Crac

Clic, crac, croa una rana,
se apaga una luciérnaga,
hora intempestiva
de la muerte de un ángel.
No hay brisa, no hay canto,
solo ruido batracio,
verde viscoso o rojo negruzco
de la noche informe
en que se quiebra el tronco,
se troncha el sostén,
se dobla la fortaleza,
se abren las fauces
de todos los ayes.
Sin embargo un rumor profundo,
un clamor sideral,
una sinfonía de estrellas,
los aleteos de todos los álamos,
el susurro de las flores que se abren
la secuencia de las campanillas reidoras
se han levantado,
están presentes,
robando a la maldición su presa.

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