sábado, 24 de abril de 2010

Una montaña rusa

¿Habéis experimentado alguna vez el vértigo producido por haber bajado por una pendiente del 60%, que os catapulta a un valle, y, después de haber llegado con todas las vísceras en la boca, el vagón sube pausadamente, tric trac, mientras tú recuperas el resuello, tranquilamente, sabiendo que cuando llegues de nuevo a la cima, al cenit de tus aspiraciones, tranquilo, con 70 pulsaciones por minuto, te van a volver a tirar de nuevo al abismo?
Este vaivén, este sobresalto continuado, esta montaña rusa está instalada en nuestros corazones.
Porque si hoy resucita, y esta resurreción nos sitúa en la esperanza y caminamos por las alturas, una noche, una caída, un descenso no esperado nos lleva a perder de nuevo la sonrisa y a asumir de nuevo la terrible gravedad de mi madre.
Y ahí nos debatimos, entre la alegría de su mejoría y la alarmante llamada del hermano que está de guardia, que dice: ¡Venid, que está muriéndose!
Pocos han aguantado tanto.
Ahí sigue debatiéndose.
De nuevo el pulmón está dando guerra. De nuevo está en insuficiencia respiratoria, De nuevo tiene un edema generalizado. Y ya no tenemos la UCI a nuestro alcance. Ya os dije que lo más que pueden hacer en la UCI hemos decidido no hacer. No vamos a conectarla a ningún aparato para que no sepamos cuándo hay que desconectarla.
Queremos que esté con nosotros.
Pero hasta cuando diga su cuerpo que ha llegado.
Mientras sufrimos al verla sufrir.

Pero continua el milagro. Cada día que pasa, Carmenchu sigue peleando por su vida, como siempre. Su vida, toda su vida, ha sido una victoria del Altísimo.

Como veis, no hay tres días iguales.
Segumos confiando en vuestras oraciones.

2 comentarios:

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  2. Me acabo de levantar de la siesta. Y me tiro en plancha al ordenador, y leo el último post de Chema, y escribo esto, al galope, y me voy a ver a Carmenchu ahora mismo.
    Estoy molido. Ha sido una noche muy larga, larguísima. Y eso que nos vamos acercando y acercando al solsticio.
    Me ha tocado estar de guardia junto a ella esta primera noche, la de hoy. No he dormido nada, ni un minuto. Estoy molido. Más de doscietas veces (literalmente) he tenido que ponerle la mascarilla de oxígeno, pues se la quitaba inconscientemente con la mano, en un constante movimiento de cabeza y sequedad de boca debido, precisamente a la entrada del oxígeno. En esta agonía (que como sabéis significa LUCHA) sólo balbucía repetidamente una palabra: ¡Señor, Señor, Señor!
    Es la protagonista (que como sabéis significa "el primero en la lucha"). Pero no está sola en la lucha. Su lucha es nustra lucha y además está unida en el combate al Señor.
    Sigamos comabatiendo el combate de la FE, que es la oración. Sigamos. Sigamos. Sigamos. Junto a ella y con ella. ¡Ojalá podamos velar con ella "una hora"!
    Y esperemos todos en el Señor, Más que el centinela espera a la aurora.
    Me voy a verla ya.

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